martes, 2 de diciembre de 2014

Y le vi pasar...

Y le vi pasar, iba como siempre, con su camiseta de la suerte y los pantalones descoloridos y rasgados. En ese momento solo pude pensar en una de nuestras épicas tardes llenas de tonterías y mucho amor. Iba tan sonriente que en una noche oscura podría iluminar el camino hacía el paraíso. Hacía él.
Cuando me quise dar cuenta me había quedado embelesada en el mar de sus ojos y me di cuenta de que mi vida se consumía como si de un cigarro se tratase. Lo único que me apetecía después de ese mal momento era mi jarra de cerveza fría, pero me di cuenta de que al igual que el cigarro se consume la cerveza se calienta y se queda sin espuma. Amarga, tal y como una vida vacía. 

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